martes, 5 de agosto de 2014

El Gnosticismo Y Otros Grupos
Lo que se sabe del gnosticismo proviene principalmente de los primeros escritores cristianos, que le eran hostiles. Hombres como Ireneo, Tertuliano, Hipólito y Orígenes escribieron contra el gnosticismo porque reconocían que sus enseñanzas eran peligrosas para el cristianismo; sin embargo, entre los Rollos del Mar Muerto se han encontrado documentos que algunos eruditos piensan que contienen pruebas de una tendencia gnóstica judaica antigua. Un descubrimiento más directo que se refiere al gnosticismo fue hecho en Chenoboscion, Egipto, en 1946, donde se descubrió una biblioteca de obras gnósticas de casi 1,000 páginas de papiros. Esta extensa colección ha permitido aumentar el conocimiento que se tiene del gnosticismo.
En realidad no hubo una secta gnóstica, sino tendencias al gnosticismo presididas por líderes que a veces tuvieron pocos seguidores, y en otras ocasiones muchos. El gnosticismo no fue tanto un movimiento como un modo de pensar. No tuvo una organización que abarcara todo el movimiento, y en sus adeptos no hubo la conciencia de que podían formar una unidad. Es evidente que llegó a ser un problema para los líderes del cristianismo en los últimos años de la era apostólica, y hubo que hacerle frente hasta los últimos años del siglo III.

El Antiguo Testamento habla de conocer a Dios (Jer. 9:23-24), pero no se trata de un conocimiento especulativo, sino más bien de un trato con Dios que resulta de aceptar por fe lo que él revela acerca de sí mismo. El Nuevo Testamento también se refiere a una "gnosis" espiritual o "conocimiento", pero que no es una filosofía abstracta. En primer lugar es algo práctico: un conocimiento espiritual de Dios, basado en sus propias revelaciones y que actúa en las experiencias de los cristianos. "Conocer" podría tomarse como el tema del Evangelio de Juan. El apóstol destaca el conocimiento de Dios y registra la afirmación de Jesús de que conocer a Dios y a su Hijo es tener vida eterna (Juan 17:3). Juan destaca la realidad de Jesús y el gozo de tener comunión en el conocimiento de él, en términos de ver en realidad al Señor y de tocarlo (1 Juan 1:17). Para Pablo, conocer a Cristo es un simple hecho experimental al alcance de todos. Pero también hay una sabiduría más profunda al alcance del cristiano maduro y "perfecto", que a su vez se transforma en perfección. "Hablamos - dice Pablo - sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, […] la que ninguno de los príncipes de este siglo no conoció " (1 Cor. 2:6-8).
Hay una "palabra de sabiduría" un don del Espíritu acerca del cual habla Pablo (1 Cor. 12:78). Por ejemplo, el concilio de Jerusalén había dispuesto que los cristianos de origen gentil debían evitar todo contacto con los ídolos, y que aun debían abstenerse de alimentos ofrecidos a éstos. Pablo hace notar que los que tienen un conocimiento maduro comprenderán que los dioses paganos son espíritus de demonios y que los ídolos que se hacían para representarlos no eran nada. Por lo tanto, no tiene trascendencia alguna si un alimento ha sido ofrecido a los ídolos o no, y podría comerse ese alimento a no ser que tal acción afectara la conciencia del escrupuloso (1 Cor. 8). 
Además del conocimiento cotidiano y práctico de Dios, esencial para la experiencia cristiana, y el conocimiento más profundo de los "perfectos", hay una falsa "gnosis" que deben evitar los dirigentes de la iglesia, y deben ayudar a otros para que la eviten (1 Cor. 3:20-21).

Hay, pues, dos clases de conocimiento, gnosis al'thin', el conocimiento verdadero, y gnosis pseudonumos, conocimiento falso. Debe distinguirse, porque uno conduce a la salvación y el otro al engaño y a la condenación. El verdadero conocimiento (gnosis) se somete a la autoridad de las Escrituras, y es una especie de fe desarrollada y perfeccionada.
La falsa "gnosis" era presuntuosa y arrogante. Pretendía ser intelectual y estar muy por encima del alcance del vulgo. Se propagaba no mediante pruebas lógicas, sino afirmando su autoridad intuitiva. Después de exponer sus ideas trataba de sistematizarlas y de hacer de ellas una forma de razonamiento discursivo acerca del mundo espiritual.
Por lo que se conoce del antiguo gnosticismo, se puede ver que tenía varias raíces muy profundas y que éstas se habían difundido. Se han propuesto diversas teorías en cuanto a su origen, pero lo más probable es que sea producto de un sincretismo religioso característico del mundo helenístico. Se ve claramente que tomó del pensamiento oriental su pronunciado dualismo, que sostenía la existencia de una lucha perpetua entre la luz y las tinieblas. En esto el gnosticismo es paralelo con el parsismo, que a su vez estaba arraigado en el antiguo zoroastrismo. El desprecio del gnosticismo por lo corpóreo y material recuerda ciertas características del platonismo y de las más antiguas filosofías naturales de Grecia. El judaísmo del tiempo de los Macabeos y de los primeros períodos del cristianismo sintió fuertemente la influencia de los elementos especulativos del gnosticismo, que tendieron a apartarlos de los límites fijados por la autoridad de las Escrituras. Los esenios y los cabalistas judíos parecen haber tenido alguna relación con el gnosticismo. A medida que el gnosticismo traspasó las fronteras del pensamiento cristiano, usó las Escrituras cristianas y tomó prestada la terminología cristiana para disfrazar las formas del pensamiento gnóstico.

Con estas relaciones y antecedentes complejos, y los ambientes espirituales e intelectuales donde surgió el gnosticismo, fue inevitable que hubiera una amplia variedad en el sistema gnóstico si es que se lo puede llamar sistema, con extrañas combinaciones de compatibilidades y de aversiones. Había formas de gnosticismo pagano; había un gnosticismo en el que el paganismo y el cristianismo procuraban combinarse; había combinaciones de paganismo y judaísmo. Algunas clases de gnosticismo cristiano daban la impresión de ser antijudaicas, y otras parecían antipaganas. El gnosticismo fue un intento especulativo, dentro de un método filosófico, de explicar el mundo invisible, de dar una razón para las perplejidades y frustraciones de la vida, y de ofrecer alguna especie de esperanza de alcanzar un gozo triunfante en todo el programa de la existencia.
Es difícil saber cuáles ideas gnósticas eran aceptadas en los diferentes sectores y cuáles eran practicadas en forma general. Es casi tan difícil encontrar un común denominador aplicable a todas las formas de gnosticismo, como lo es hallar un común denominador para todas las formas de hinduismo o de cristianismo. Pero las siguientes ideas parecen haber sido típicas.

1. Detrás de cada cosa que pudiera conocerse o imaginarse, estaba un dios supremo, un espíritu divino. Ese dios era una esencia completamente espiritual e incorpórea. Algunos gnósticos enseñaban que su dios no tenía esencia ni persona. Aplicaban al concepto términos como ábusos, "abismo", y buthós, "profundidad". 

2. Procedentes de ese dios supremo, decían, se habían originado a través de incontables siglos una sucesión de emanaciones llamadas aiones, eones, que eran expresiones del principio originador y servían para hacerlo menos incomprensible. Tomadas en conjunto, esas emanaciones que habían surgido eran llamadas pleroma, "plenitud".

3. Todo esto, a lo que la esencia divina estaba dando expresión, contenía en perfección el principio divino de luz. Pero también había un principio de oscuridad que luchaba con la luz procurando hallar un lugar en el universo de luz y esperando vencerlo finalmente. Si tal cosa hubiera de suceder, sería un inimaginable eclipse de todas las cosas. Finalmente, uno de los eones cayó del pleroma.

4. Como consecuencia de esa difícil situación, resultó la creación de la materia de la mezcla del eón caído con el mundo inferior de oscuridad. La materia era amorfa, disforme, caótica, impregnada de oscuridad y, por lo tanto, mala. El demiurgo una fuerza cósmica casi inconsciente identificado por algunos gnósticos con el Jehová del Antiguo Testamento, dio forma a esa mala materia, y resultó el mundo material. El mundo, pues, siendo material, era esencialmente malo y estaba regido por una fuerza más o menos mecánica.

5. La caída del eón y la formación de un mundo malo necesitaban un acto de salvación. Esto fue emprendido por otro eón, identificado como Cristo. El descendió al nivel del mundo imperfecto, se unió transitoriamente con el hombre Jesús, quizá en ocasión de su bautismo, y permaneció con él hasta poco antes de su muerte. El eón-Cristo cumplió la obra de la salvación rescatando al eón caído, extrayendo la luz de la oscuridad de este mundo y revelando mediante Jesús un conocimiento oculto (gnosis), mediante el cual los hombres pueden ser liberados de la oscuridad y pueden llegar a la esfera de luz

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